8/11/20

Psicotécnicos: El Apto Psíquico Para Credencial De Legítimo Usuario De Armas (CLU ANMaC)


El Registro Nacional De Armas (Argentina) (ANMaC) exige como requisito para la obtención de la Credencial de Legítimo Usuario (CLU) la realización de un examen físico, un examen psíquico y la instrucción de tiro, ya sea para tenencia, portación o uso de explosivos.
Tal como se señaló en una nota anterior, si bien es improbable que un delincuente se provea de armas por las vías habituales, el caso del llamado “Tirador de Belgrano” da cuenta de cómo una evaluación insuficiente o inadecuada puede resultar en lo que podría denominarse como una “licencia para matar”.
Fue precisamente este caso el que determinó la reglamentación por la cual se establece que la certificación de la aptitud psíquica debe ser otorgada por un profesional de la salud mental y que no basta un examen médico general.
En aquél escrito anterior también señalé que una apropiada evaluación debe incluir los aspectos relacionados con la impulsividad heteroagresiva y por lo tanto la posibilidad de un deficiente control de los impulsos; los signos capaces de revelar la existencia de una patología psicótica; la posibilidad de una ideación suicida; y aquellos signos vinculados con el abuso de sustancias psicoactivas y antecedentes de patologías neurológicas como las epilepsias.
El problema que surge es la forma de implementar esta evaluación, ya que como en todas las actividades lo real guarda una distancia con lo ideal y esto refiere a la misma distancia que puede encontrarse entre lo posible y lo imposible.
Tal vez los lectores coincidirán conmigo en el punto de que no es posible administrar una interminable batería de técnicas de psicodiagnóstico para llegar a una conclusión sobre la aptitud psíquica del sujeto examinado. Y aún cuando esto fuera posible, tampoco sería capaz de proporcionar una certeza perdurable por los cinco años de validez de la credencial de legítimo usuario de armas otorgada por la ANMaC.
Una primera respuesta al interrogante sobre cuál es una evaluación posible consiste en que siempre tenemos que tener presente que lo primero que aparece de un sujeto es su presencia en la entrevista y, con ella, todos aquellos elementos que algunas veces se han pasado por alto, tal como probablemente haya sucedido en el caso del “Tirador de Belgrano” mencionado.
El principal y más inmediato instrumento de evaluación es la entrevista y la semiología observable en el curso de la misma, ya que la presentación del sujeto va a poder proporcionar los elementos más importantes y más reveladores de su estado psíquico.
Su vestimenta y cuidado personal, los signos de patologías orgánicas, su discurso, la mímica, la psicomotricidad, la orientación, estado de conciencia, sensopercepción y todas sus funciones psíquicas van a orientar al examinador hacia cualquier cuadro psicopatológico que pueda presentar el examinado.
Así, el discurso podrá revelar un estado de ánimo deprimido o exaltado; algunos temblores podrán dar cuenta de un estado de ansiedad o de un posible abuso de sustancias; las bruscas distracciones y las actitudes de escucha podrán indicar la existencia de alucinaciones que intentan ser disimuladas; los ojos y la mirada van a proporcionar elementos de alto valor semiológico, principalmente las pupilas con signos de midriasis en el consumo de estimulantes del SNC, o los signos de miosis en el consumo de opiáceos, y los signos de enrojecimiento podrán ser un indicio de consumo de marihuana.
En definitiva, la entrevista y la evaluación de la semiología son simultáneas y solidarias, y no son un mecánico interrogatorio con preguntas del estilo de “¿escucha voces?”, sino que implican una atenta observación clínica, a veces con alguna pregunta ingenua y otras veces con alguna pregunta no tan ingenua. Esta evaluación, esta escucha y esta mirada son las que van a proporcionar las más valiosas respuestas sobre quién está ahí, frente a nosotros.


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25/10/20

Pericias Psicológicas: Sobre La Inclusión De Los Protocolos De Las Técnicas De Psicodiagnóstico En Los Informes Periciales

Con frecuencia se debate respecto de si deben adjuntarse a los informes periciales los protocolos de las técnicas de psicodiagnóstico que se han administrado.
Hay quienes sostienen, incluso algunas Asociaciones, que por cuestiones éticas esto no debe hacerse ya que, por ejemplo, los dibujos realizados por un examinado en los tests gráficos podría llegar a revelar información que excede el horizonte de la pericia, establecido por los puntos de peritación y los demás datos que resulten de interés para la causa.
Con respecto a esta afirmación, lo que puede decirse en primer lugar es que para ello el material proyectivo debería ser analizado por un profesional de la psicología con acceso al expediente y por lo tanto al anexo del informe pericial. En muchos casos, ya sea a petición del perito o de alguna de las partes, los protocolos de las técnicas y otros estudios médicos son reservados en la caja de seguridad del juzgado al ordenarse su desglose por el juez de la causa.
Por otro lado, no puede dejar de señalarse que ha sido el propio examinado quien ha ofrecido la prueba pericial y que las partes deben poder ejercer su derecho a examinar los resultados y analizar los procedimientos técnicos instrumentados por el perito para arribar a las conclusiones de su dictamen. Asimismo, el magistrado debe valorar la prueba y la metodología con que la misma fue producida a efectos de poder dictar una sentencia.
Sea cual fuere el criterio que adopte el perito respecto de esta cuestión, el común denominador será que siempre que no se adjunten los protocolos, a pedido de parte se lo intimará a presentarlos.
No obstante ello, el perito podrá solicitar que se reserve el material original en la caja de seguridad del juzgado, habitualmente en la Secretaría, para que los profesionales que intervienen en la causa puedan consultarlo.
Es importante destacar que, no pocas veces, cuando el perito adjunta este material aparecen también importantes elementos que permiten realizar pedidos de explicaciones, impugnaciones y hasta nulidades, debido a que las conclusiones del dictamen no se ven respaldadas por un análisis objetivo de las técnicas administradas.
Tampoco faltan los casos en que se encuentran elementos que permiten inferir una incorrecta administración de los tests, o que no pueden llegar a adivinarse de ninguna manera cuáles fueron los indicadores que permitieron al perito formular un diagnóstico, establecer una relación de causalidad entre el mismo y los hechos motivo de litis, y emitir un dictamen.
El perito debe saber que, tarde o temprano, más allá de que pueda existir alguna excepción a la regla, los protocolos de las técnicas aparecerán en el expediente y que tanto las partes como el magistrado deben poder saber, sin hacer la carrera de Psicología, de dónde pudo inferir el experto lo enunciado en sus conclusiones.
Esto se relaciona con otro tema controvertido: ¿Cuál es el formato más apropiado para un informe? ¿Un análisis realizado conforme a las recurrencias y convergencias que pueden encontrarse en la evaluación de las técnicas incluidas en la batería de tests administrada o un análisis detallado de cada uno de ellos para arribar luego a una conclusión diagnóstica final?
Aun cuando en los puntos de pericia muchas veces se exige un análisis test por test, cada profesional tendrá su propio estilo y nada puede objetarse sobre ninguna de las opciones siempre y cuando el resultado final sea comprensible para las partes y no sea un caos de información sin orden ni claridad en un caso, ni un texto cuasi-telegráfico en el que resulta imposible llegar a saber algo acerca del fundamento de las conclusiones formuladas.
No me extenderé demasiado respecto de otras cuestiones sobre el tema, las cuales tienen más que ver con una estrategia que siempre será particular y propia de cada profesional, pero a pesar de ello puede decirse algo que muchas veces se pasa por alto en la práctica aunque se lo mencione todo el tiempo en la teoría.
Un informe pericial no es lo mismo que un psicodiagnóstico clínico, una pericia es parte de un expediente en el que las partes cuestionarán y atacarán por medio de sus abogados toda prueba que resulte desfavorable a sus intereses. Y los abogados tienen la obligación de defender los intereses de sus clientes. Para eso son abogados y para eso los contratan.
No importa cuál sea la estrategia que decida elegir el perito, pero sí es importante que tenga una y que sepa por qué la eligió, ese por qué no puede ser “porque así me dijeron en la facultad” o “porque así lo dice tal libro”. Lo más probable es que en algún momento tendrá que defender su informe contestando cualquier pedido de explicaciones que se haya articulado al mismo, procurando sostener y afirmar las conclusiones de un dictamen que refleja la verdad real sobre el psiquismo de un sujeto, frecuentemente una víctima. No tener una estrategia podrá significar que, por meros tecnicismos provenientes de quienes sí la tienen, un acertado diagnóstico, un correcto valor de incapacidad, una adecuada estimación del tratamiento necesario, terminen diluyéndose y perdiendo toda consistencia, fracasando así la tarea de asesorar debidamente al juez que la ha encomendado.

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10/10/20

Pericias Psicológicas a Imputados por Abuso Sexual


En las pericias psicológicas realizadas a supuestos abusadores sexuales frecuentemente se pregunta a los profesionales si el examinado "presenta desviación en la esfera de la libido con el fin de corroborar de tal forma, si su aspecto psicológico deviene compatible a la de una persona abusadora", "si presenta perfil compatible con los hechos que se ventilan en la presente causa", "si presenta trastornos en la esfera psicosexual".

Existen muchas clasificaciones y todas establecen variadas clases de abusadores que van desde los impulsivos que muestran una mínima o inexistente planificación hasta los pederastas ritualistas que evidencian un importante nivel de planificación que conduce a montar el escenario en el que puede llevar al acto sus fantasías; o diferentes clases de pedófilos que van desde aquellos que se sienten atraídos por los menores y mantienen sus impulsos en la fantasía hasta aquellos que utilizan recursos de seducción, manipulación, amenazas y/o violencia, como así también aquéllos cuya práctica abusiva puede conducir al homicidio de la víctima con la finalidad de ocultar el acto delictivo.

Aunque no existe un “perfil psicológico” que sea concluyente, los autores coinciden en señalar algunas características tales como una baja autoestima que es compensada por medio del poder y agresión sobre la víctima, disfunciones sexuales con parejas adultas, inseguridad sobre su rendimiento sexual, incapacidad para relacionarse con mujeres adultas, incapacidad para tolerar el stress y baja tolerancia a la frustración,  inestabilidad, inmadurez, personalidad introvertida y solitaria, etc.

Las clasificaciones DSM incluyen a la Pedofilia dentro del grupo de las Parafilias como uno de los Trastornos Sexuales y de la Identidad Sexual, pero ni esto ni los criterios diagnósticos nos dicen mucho que nos sea útil a la hora de responder con fundamento a los puntos de pericia habituales sobre las características del imputado.

De acuerdo a la teoría y gnosología psicoanalíticas hay tres estructuras clínicas que son la Neurosis, Psicosis y Perversión Para el psicoanálisis las estructuras son excluyentes y esto es lo mismo que decir que el diagnóstico va a ir más allá de la fenomenología, ya que no va a limitarse a una suma de signos y síntomas aún cuando éstos sean también considerados al momento de formular y fundamentar un diagnóstico.

Tal vez podamos convenir con los lectores que al hablar de una escena en la que se pone en acto una fantasía que determina una condición erótica particular y distintiva en la elección de la víctima, también estamos hablando de Perversión. La repetición idéntica sobre una serie de víctimas en la que se evidencia una certeza respecto del goce por parte del victimario establece una diferencia con el acto psicótico y con la neurosis.

De acuerdo a ello, obtener en la evaluación del examinado un protocolo Rorschach sin un predominio de C, m, CF, o abundancia de localizaciones S, adecuadas respuestas de M, contenidos H, fenómenos de shock, respuestas de K, etc., o adecuados resultados y proporciones en el Sumario Estructural si la técnica se evalúa por el sistema Exner, orientan hacia un diagnóstico de estructura que resulta incompatible con el de un sujeto que ponga en la escena el acto perverso para el que, conductualmente, debe superar las tres conocidas barreras que implican los inhibidores internos, los inhibidores externos y la resistencia de la víctima.


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27/9/20

Mobbing - Acoso Laboral: Los 45 Indicadores de Leymann


Leymann: Inventory of Psychological Terrorization, LIPT.

A) Actividades de acoso para reducir las posibilidades de la víctima de comunicarse adecuadamente con otros, incluido el propio acosador:
1. El jefe o acosador no permite a la víctima la posibilidad de comunicarse.
2. Se interrumpe continuamente a la víctima cuando habla.
3. Los compañeros le impiden expresarse.
4. Los compañeros le gritan, le chillan e injurian en voz alta.
5. Se producen ataques verbales criticando trabajos realizados.
6. Se producen críticas hacia su vida privada.
7. Se aterroriza a la víctima con llamadas telefónicas.
8. Se le amenaza verbalmente.
9. Se le amenaza por escrito.
10. Se rechaza el contacto con la víctima (evitando el contacto visual, mediante gestos de rechazo, desdén o menosprecio, etc.).
11. Se ignora su presencia, por ejemplo dirigiéndose exclusivamente a terceros (como si no le vieran o no existiera).

B) Actividades de acoso para evitar que la víctima tenga la posibilidad de mantener contactos sociales:
12. No se habla nunca con la víctima.
13. No se le deja que se dirija a uno.
14. Se le asigna a un puesto de trabajo que le aísla de sus compañeros.
15. Se prohíbe a sus compañeros hablar con él.
16. Se niega la presencia física de la víctima.

C) Actividades de acoso dirigidas a desacreditar o impedir a la víctima mantener su reputación personal o laboral:
17. Se maldice o se calumnia a la víctima.
18. Se hacen correr cotilleos y rumores orquestados por el acosador o el gang de acoso sobre la víctima.
19. Se ridiculiza a la víctima.
20. Se atribuye a la víctima ser una enferma mental.
21. Se intenta forzar un examen o diagnóstico psiquiátrico.
22. Se fabula o inventa una supuesta enfermedad de la víctima.
23. Se imitan sus gestos, su postura, su voz y su talante con vistas a poder ridiculizarlos.
24. Se atacan sus creencias políticas o religiosas.
25. Se hace burla de su vida privada.
26. Se hace burla de sus orígenes o de su nacionalidad.
27. Se le obliga a realizar un trabajo humillante.
28. Se monitoriza, anota, registra y consigna inequitativamente el trabajo de la víctima en términos malintencionados.
29. Se cuestionan o contestan las decisiones tomadas por la víctima.
30. Se le injuria en términos obscenos o degradantes.
31. Se acosa sexualmente a la víctima con gestos o proposiciones.

D) Actividades de acoso dirigidas a reducir la ocupación de la víctima y su empleabilidad mediante la desacreditación profesional.
32. No se asigna a la víctima trabajo ninguno.
33. Se le priva de cualquier ocupación, y se vela para que no pueda encontrar ninguna tarea por sí misma.
34. Se le asignan tareas totalmente inútiles o absurdas
35. Se le asignan tareas muy inferiores a su capacidad o competencias profesionales.
36. Se le asignan sin cesar tareas nuevas.
37. Se le hace ejecutar trabajos humillantes.
38. Se le asignan tareas que exigen una experiencia superior a sus competencias profesionales.

E) Actividades de acoso que afectan a la salud física o psíquica de la víctima.
39. Se le obliga a realizar trabajos peligrosos o especialmente nocivos para la salud.
40. Se le amenaza físicamente.
41. Se agrede físicamente a la víctima, pero sin gravedad, a título de advertencia.
42. Se le agrede físicamente, pero sin contenerse.
43. Se le ocasionan voluntariamente gastos con intención de perjudicarla.
44. Se ocasionan desperfectos en su puesto de trabajo o en su domicilio.
45. Se agrede sexualmente a la víctima.


13/8/20

El Sindrome De Münchausen - Por Horacio Castillo


Fue descripto por primera vez por el Dr. Asher en el año 1951, en un artículo publicado en la revista Lancet, donde señalaba a partir de la recopilación de una serie de casos estudiados por él, la rareza de este fenómeno y sus extrañas presentaciones clínicas. Más tarde, en 1977, el Dr. Meadow, R., escribe un artículo llamado Síndrome de Münchausen por proximidad, basado en la relación abusiva de un adulto con un niño en función de que aquel, ocupa un lugar de poder en la relación.

Señalan estos autores que la presentación de este cuadro clínico en los niños, se caracteriza por que, generalmente la madre, lleva al niño al hospital demandando atención especializada, requiriendo múltiples y complejos estudios, para descubrir la índole de la enfermedad que aqueja a su hijo y de la cual ella afirma que debe responder a alguna enfermedad, sea esta conocida o no.

La madre es colaboradora con el personal hospitalario, es afectuosa, se presenta con un esmero y cuidado por el niño fuera de lo común, con lo que aparentemente es una verdadera preocupación por la salud del niño, sin embargo no hay angustia.

La diversidad de síntomas físicos y psíquicos que padecen estos niños, pudiendo ser estos reales a artificiales, presentan como nota distintiva que la aparición de los mismos, es creada o inducida por la madre. Es decir, los síntomas se vinculan directamente a su presencia o ausencia, mejoran o desaparecen en ausencia de la madre, y vuelven a aparecer en presencia de ésta.

Suele suceder que el conjunto de síntomas no se ajuste a ningún cuadro médico conocido, o por el contrario, del relato de los padres la enfermedad sea casi de manual. Esto obliga naturalmente de parte de los médicos a tomar los recaudos necesarios para determinar un diagnóstico, aunque generalmente no se logra dar con un claro cuadro de la enfermedad. Tal situación, plantea la posibilidad de que la enfermedad sea ficticia. Con esto queremos decir que desde el paradigma médico, no existe patología orgánica alguna en la cual el cuerpo esté comprometido. De aquí, que la intervención deba apuntar hacia otras formas de tratamiento.

Comienza así la sospecha que la naturaleza de la enfermedad transcurre por el carril de lo psicológico o psiquiátrico, y que el niño es víctima de una forma de vínculo con la madre, en la cual ella induce o crea los síntomas por los cuales dice que el niño sufre. Se vislumbra así en el horizonte diagnóstico la posibilidad del abuso o maltrato infantil.

Cuando esto es advertido por los padres, la posición de los mismos cambia. Ya no desean que el niño sea atendido, plantean que los médicos carecen de pericia para saber qué les pasa, y de aquella extraña devoción, amor y cuidado que solían manifestar por su hijo, se pasa a una desconfianza paranoide, donde ante la derivación al servicio de psiquiatría o psicopatología, utilizan la misma como excusa para emprender la huida e ir a consultar en otro lugar, transformándose esto en una interminable carrera hospitalaria sin posibilidad de que adviertan su implicación en la patología del niño.

La existencia real de síntomas en el cuerpo, no basta o no es suficiente para determinar la existencia de patología médica. Los médicos, como ningún otro profesional de la salud, pueden estar completamente seguros de que no hay enfermedad, por lo cual la problemática ética en estos casos, se instala en el mismo seno del saber profesional.

Esto plantea a veces el problema de la verdadera enfermedad, es decir, ¿el paciente está enfermo? Tal sucedía en el S. XIX con la histérica, a la cual se acusaba de simuladora, ya que no había en sus síntomas ninguna referencia verificable en el orden anátomo patológico.

Sabemos que la histeria presenta estos síntomas en el cuerpo en la forma conversiva, es decir un conflicto psíquico se transmuta en el cuerpo, por ejemplo en vómitos, dolores de cabeza, mareos, etc. Sin embargo, los síntomas que se presentan en el Síndrome de Münchausen son completamente distintos, por lo cual el cuadro genera confusión y grandes dificultades a la hora del diagnóstico, ya que la presencia de alteraciones o la suposición de que existen, da lugar a las medidas terapéuticas que el profesional a cargo considera pertinentes para el caso.

La complejidad de este síndrome resulta de su particular presentación, ya que la fabricación y creación de falsas historias clínicas, las hospitalizaciones en diversas instituciones médicas (ingresos y re-ingresos constantes), los innumerables estudios clínicos por los cuales atraviesan los niños, la alteración de los análisis o la administración abrupta de medicamentos, generan la actitud de no descartar una verdadera patología, sobre todo teniendo en cuenta que la madre suele presentar ciertos conocimientos en relación a las enfermedades y procedimientos técnicos que deben realizarse. Este saber, reviste importancia por la significación que lo médico adquiere en la historia vital de la madre. Así es que suele observarse este síndrome en gente que trabaja o es allegada a las instituciones hospitalarias o bien en padres con familiares médicos.

Se advierte de esta manera que el niño es víctima de la violencia ejercida por la madre, pero cuya manifestación está velada por un discurso que se adecua a la preocupación socialmente esperable por la salud de los hijos. Es por esto que señalamos que bajo el rostro del amor manifestado por la madre, en realidad se encuentra un niño presa del abuso.

Por otra parte, al tomar conocimiento de este tipo de patologías donde está implicado un menor, también se plantea la necesidad de informar a las autoridades judiciales, a fin del resguardo del niño y proteger la integridad de su salud.

Este tipo de vínculo patológico entre la madre y el niño, reviste ciertamente, un riesgo de vida de considerable importancia para el niño. Puede ver afectada tanto su salud física (por las secuelas de los innumerables estudios a que es sometido) como su salud psíquica (con consecuencias tanto en la estructuración subjetiva como en su representación del cuerpo).

En el desarrollo normal de todo ser humano, la dependencia, no sólo física sino afectiva del niño respecto del adulto, promueve un tipo de vínculo que en los comienzos de la vida resulta de fundamental importancia y sin el cual, el niño queda librado a la indefensión. Esta dependencia respecto del otro, puede volverse patológica cuando la relación entre ambas partes adquiere formas en las cuales la omnipotencia materna anula cualquier tipo de deseo de parte del niño. Tal sometimiento promoverá, de acuerdo a la historia vital de cada individuo, distintas clases de padecimiento. El otro materno, se vuelve aquí el amo exclusivo del deseo del niño. La dependencia, se volverá violencia, mediante un aplastamiento del yo del niño quién pasivamente sufrirá por amor a la madre.

La apropiación del cuerpo del hijo, por parte de la madre impide la construcción de cuerpos y espacios diferenciados. Aquello que en el origen responde a una necesidad de libidinizar el cuerpo del hijo para que sea motor del desarrollo psíquico, deviene un cuerpo cuya característica es ser objeto del goce materno. Es decir, el cuerpo sufriente del hijo, se enlaza a alguna forma de satisfacción inconsciente para la madre y a algún tipo de beneficio secundario ligado a la necesidad de someter y someterse al saber del otro, saber médico en este caso, que resultará insuficiente para responder a la demanda de la madre.

Resulta significativa en las historias clínicas de estos casos, la ausencia del padre en tanto función simbólica, que permita intervenir en el vínculo simbiótico establecido entre la madre y el niño.


CONCLUSION

La violencia y el abuso, pueden enmascararse bajo las formas del amor. ¿Quién puede amar más que la madre? Esto es lo que está puesto en cuestión.

Que el niño sea objeto de amor para la madre es un complejo proceso de construcción subjetiva, que puede verse anulado bajo ciertas circunstancias y devenir para el niño sumamente riesgoso, tanto para su vida física como para su futura vida psíquica. Aquello que en lo manifiesto se presenta como un discurso amoroso y de protección por la salud del niño, puede eventualmente develar un deseo de muerte, siempre anónimo, desconocido, cuyo objeto recae en el hijo y que eventualmente éste, puede apropiarse como un deseo propio y recaer en alguna forma autodestructiva o en la repetición del mismo recorrido de atenciones médicas y hospitalarias que constituyeron su historia personal.

Retomando aquello que mencionábamos al principio, el amor, a veces, puede bordear el camino de lo patológico. Cuando el lazo que se establece ubica a uno de los partenaires en la posición de objeto, su lugar es de víctima, y cuando esta violencia se establece en el vínculo madre-hijo, como en el caso del Síndrome de Münchausen, los riesgos futuros adquieren mayor envergadura.


BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

1) Ascher R.: Munchausen's syndrome. Lancet 1951; 1:339-34
2) Meadow, R.: Munchausen syndrome by proxy: The hinterland of child abuse.
Lancet, 2, 342-345
3) Fudín, Mónica: "Bajo sospecha". Maltrato infantil: Síndrome de Münchausen. Rev. Psicoanálisis y el Hospital, Año 7 Nº 14, 1998.

14/7/20

María Martina Casullo: A Doce Años De Su Fallecimiento

María Martina Casullo, una profesional incansable en el desarrollo y producción de conocimiento en torno a la Evaluación Psicológica, falleció el 14 de julio de 2008, Impulsó el estudio, la investigación y aplicación de pruebas psicométricas como método de evaluación y medición de variables psicológicas en Argentina. Una de sus preocupaciones fue el desarrollo de pruebas de evaluación psicológica adaptadas a nuestro país. Gracias a sus aportes contamos con baremos y adaptaciones de una gran variedad de instrumentos, como por ejemplo el SCL-90-R y la versión para Argentina del MMPI-2.
Fue miembro de la International Association of Cross-Cultural Psychology. (I.A.C.C.P). Escribió múltiples artículos ligados con la exploración de patrones culturales y diferencias comparativas con otros países en torno a los diferentes temas que investigaba. A partir de los años '80 sus trabajos publicados muestran la pasión por el estudio epidemiológico y los patrones predominantes en nuestra población.
Como investigadora principal del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) condujo multiplicidad de proyectos de investigación. Dirigió a un número importante de becarios de investigación, tutoreó tesis de doctorado y tesinas de grado.
Además, en su tarea pedagógica trascendió las fronteras nacionales impartiendo su conocimiento en universidades de Brasil, España, Portugal, Chile, Uruguay, México. Como fundadora y Presidente de la Asociación Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación Psicológica (AIDEP) fomentó la creación y consolidación de un espacio de intercambio y producción de países hispanoparlantes.

Basado en el homenaje de Mariana Maristany publicado en Cienciared en 2008.


8/7/20

Estudio Confirma La Importancia De Aplicar El Protocolo Del NICHD En La Investigación De Víctimas De Abuso Sexual

La investigación realizada por Michael Lamb y Mireille Cyr, y publicada en 2009 en Child Abuse & Neglect (volumen 33, número 5), es el primero que se realiza sobre la efectividad del protocolo del NICHD en países donde el idioma no es inglés y por investigadores que no son los propios autores. Para el estudio se utilizaron 83 entrevistas realizadas por policías y trabajadores sociales siguiendo el protocolo, las cuales fueron comparadas con otras 83 para las que no se utilizó ningún tipo de protocolo.
Los resultados indican que las entrevistas “protocolarizadas” proveen información más precisa y relevante para la investigación (alrededor de 4 veces más), que aquellas no “protocolarizadas”. Las incitaciones al relato libre fueron 3 veces más comunes en estas entrevistas, mientras que las intervenciones dirigidas, con opciones o sugestivas fueron significativamente menos frecuentes. Además, las entrevistas “protocolarizadas” requirieron 25% menos preguntas del entrevistador para obtener la misma información. Este estudio, por lo tanto, al igual que otros anteriores, comprueba la utilidad de aplicar este protocolo en las entrevistas a menores víctimas de abuso sexual. 



Fuente:

Cyr, Mireille and Lamb, Michael (2009): “Assessing the effectiveness of the NICHD investigative interview protocol when interviewing French-speaking alleged victims of child sexual abuse in Quebec”, Child Abuse & Neglect, Volume 33, Issue 5, pp. 257-268.
http://www.cwrp.ca/publications/1407
  
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2/6/20

Abuso Sexual En El Instituto Medalla Milagrosa: Sobre Las Declaraciones En Cámara Gesell y Las Pericias Psicológicas De Parte


Trataremos en este artículo algunos aspectos relacionados con nuestra actuación pericial por la defensa de un profesor que fue imputado en una causa por el delito de Abuso Deshonesto.

En primer lugar haremos un breve resumen de la sucesión de los acontecimientos, cuya descripción también puede encontrarse en las publicaciones periodísticas y en algunos videos de varios canales de TV.

A mediados del mes de Agosto de 2014 el tradicional colegio “Medalla Milagrosa” de esta ciudad apareció conmocionado por un supuesto hecho de abuso sexual: Los padres de los alumnos del jardín de infantes señalaban a un profesor de educación física como el autor de reiterados actos abusivos cometidos en perjuicio de 25 niños de entre tres y cuatro años de edad.

Antes de continuar, resulta importante informar al lector que, luego de un sobreseimiento que fue apelado por la fiscalía de instrucción y después de cinco años, el imputado fue absuelto el 27 de Junio de 2019 por el Tribunal Oral En Lo Criminal y Correccional N° 26.

La revelación de los supuestos abusos se había originado en un diálogo entre una de las alumnas y su niñera, para luego difundirse a los otros padres por medio de un mensaje de alerta vía Whatsapp. Este mensaje los instaba a interrogar a los niños acerca del profesor, quien había sido señalado como un abusador que realizaba actos exhibicionistas y promovía el desarrollo de juegos con connotaciones sexuales con los menores.

Los interrogatorios no se hicieron esperar, y los resultados no hacían otra cosa más que confirmar y ampliar el relato original. Así es que los abusos pasaron a incluir, en algún caso, amenazas y un golpe en la cara de uno de los niños; en algún caso también se sumaba una penetración digital anal; juegos en los que se invertían los roles entre los niños y las niñas; manoseos diversos; otros juegos con un sorbete con el que el niño debía tomar algo; además de que el profesor se bajaba los pantalones, indicando también alguno de los niños que también se bajaba la ropa interior.

Así como comenzaban a sucederse las respectivas denuncias en la Fiscalía, también comenzaba la difusión mediática del caso con largas entrevistas a los padres de los menores en canales de televisión, asambleas en el establecimiento, acusaciones hacia directivos y maestras del colegio, carteles pegados en las paredes del instituto, cortes de avenidas, difusión de imágenes del profesor en las redes sociales y en algunos canales de TV, daños a su vehículo, y algún familiar que también resultó intimidado en alguna oportunidad. Así fue que el imputado debió realizar varias denuncias en la jurisdicción de San Martín como consecuencia de ello.

El rápido avance del relato mediático también parecía agregar otros ingredientes: Se indicaba que el presunto abusador se encontraba prófugo, que se había rapado y afeitado la barba y que solía ser visto en las inmediaciones de una estación de ferrocarril. Al menos esto era lo que indicaban las investigaciones promovidas por uno de los padres, las cuales también revelaban que el imputado ya tenía varias causas por el mismo delito y que en realidad carecía del título de profesor requerido para el ejercicio de su actividad.
En un canal de televisión otro padre también señalaba que existían lesiones físicas en algunos niños, lo cual parecía proporcionar una mayor certeza al relato de los acontecimientos. Se indicaba también la existencia de un trauma en los niños, aclarando que sin embargo algunos lo habían tomado como un juego, argumentación sobre la que hablaremos más adelante.

Las denuncias realizadas contra el profesor habían determinado una orden de captura, pero la detención no se concretó como consecuencia de una oportuna apelación interpuesta por su abogado defensor. No obstante ello, a los pocos días, el imputado se hizo presente en la Fiscalía de Instrucción, sin que su cabello y barba evidenciaran ningún cambio reciente.

Se ordenó con urgencia la declaración en cámara gesell de los menores, que a esta altura ya eran 25, como así también pericias psicológicas y psiquiátricas. Para los casos en que se había denunciado algún tipo de acceso carnal y lesiones, se dispusieron también pericias médicas que serían realizadas por especialistas en ginecología.

Habiendo llegado a este punto, creo importante recordar lo que tratamos en un artículo anterior sobre la evaluación de menores víctimas de abuso sexual. En aquella publicación decíamos, esencialmente, que en muchas ocasiones las denuncias por delitos sexuales cometidos en perjuicio de menores de edad son realizadas como consecuencia de que el niño comunica los hechos de abuso a diversas figuras significativas de su entorno y no sólo a alguno de sus padres.

Así es que muchas veces comienzan de esta manera los múltiples interrogatorios que practican sus familiares, maestros, profesionales de los gabinetes psicopedagógicos escolares y, también en algunos casos, se realizan evaluaciones psicológicas por el profesional que pudiera estar a cargo del tratamiento psicoterapéutico del niño.

Con respecto a todas estas posibilidades, debe tenerse presente y en cuenta que los repetidos e inadecuados interrogatorios y evaluaciones son susceptibles de producir distorsiones de importancia que serán capaces de afectar notablemente la validez de la declaración del menor en el momento de relatar los acontecimientos a los peritos designados para su actuación en Cámara Gesell.

Las evaluaciones previas a las que se realizarán en sede judicial deben ser realizadas evitando repeticiones innecesarias, inducciones, preguntas sugestivas, promoviendo el relato libre del menor, siendo por lo tanto una tarea que requiere mucho más que una voluntad de saber por parte de las figuras del entorno de la supuesta víctima.

La validez de una declaración se relaciona con la inmediatez con que se toman los testimonios y se realizan las evaluaciones periciales, ya que los interrogatorios reiterados, las evaluaciones inadecuadas y hasta el pensamiento constante sobre los acontecimientos resulta en la disminución de las diferencias entre lo imaginado y lo efectivamente percibido y vivenciado. De más está decir que las evaluaciones inapropiadas también suelen conducir a conclusiones erróneas.

Así es que toda entrevista de evaluación preliminar no debe ser realizada por los padres del menor, ni por el terapeuta del niño, ni por los profesionales que integran el equipo psicopedagógico escolar. La entrevista que debe administrarse no tiene las características de una entrevista con fines psicoterapéuticos sino que debe realizarse conforme a un protocolo estructurado, como el Protocolo del NICHD, el cual fue elaborado específicamente para obtener el relato, libre de sesgos, de los menores víctimas de delitos sexuales.

De acuerdo a la Psicología Del Testimonio, las descripciones de eventos que han sucedido realmente difieren en contenido, calidad y expresión de aquellas otras que son producto de la imaginación, de la invención, de la sugestión, o de la inducción realizada por terceros.

Antes de pasar a tratar lo esencial de las entrevistas de declaración en Cámara Gesell y las Pericias Psicológicas realizadas, adelantamos a los lectores que las pericias médicas no proporcionaron ningún signo o indicio de lesiones que fueran compatibles con las que se habían denunciado.

Llegados a esta parte del artículo resulta importante señalar que, al tratarse de una causa en la que las supuestas víctimas eran menores de edad, se imponen algunas limitaciones respecto de lo que puede publicarse. Por este motivo, evitaremos revelar cualquier información por medio de la cual sea posible identificar a cualquiera de ellos.

Para referirnos específicamente a las declaraciones de los menores en Cámara Gesell comenzaremos diciendo que la mayoría de las entrevistas fue administrada en forma adecuada, motivo por el cual adherimos a la metodología instrumentada por los peritos oficiales.

Muchas de las declaraciones no confirmaron los hechos que se habían denunciado, y por lo tanto también suscribimos en coincidencia muchos de los informes presentados por los peritos oficiales designados. Nuestros informes ampliatorios tuvieron, en estos casos, la finalidad de proporcionar la mayor consistencia a las conclusiones vertidas en los dictámenes.

En otras declaraciones, tal como era esperable, nos encontramos con relatos diferentes, ya que los mismos comenzaban confirmando los actos exhibicionistas y abusivos que se habían denunciado, pero luego, ante preguntas tan simples, genéricas y neutras como “¿vos lo viste?, ¿vos lo escuchaste?, y similares, la respuesta de algunos niños era “no, me lo dijo mi mamá” o “me lo contaron mi mamá y mi papá”.

De esta manera resultaba evidente la existencia de una influencia de terceros en los relatos que proporcionaban algunos de los menores. Estas narraciones se mostraban como una consecuencia de evaluaciones e interrogatorios tan prolongados y repetidos como inadecuados. En algún caso también aparecían palabras que implicaban el uso de metáforas y simbolismos que excedían las capacidades propias del estadio evolutivo en el que se encontraban estos niños. Así es que, al ser interrogados por el significado de estos términos, las respuestas daban cuenta de una incomprensión que era normal para la edad. En estos casos nuestra tarea fue la de incluir en los informes un completo análisis del relato por medio del S.V.A.-C.B.C.A., destacando que la narración no cumplía con ninguno de los criterios de realidad de la técnica.

Algunos otros niños proporcionaron una declaración que incluía contenidos completamente inverosímiles y contrarios a toda lógica. Algunos relatos se encontraban impregnados de contenidos provenientes de la fantasía, y en otros nos confrontábamos con la posibilidad de fabulación: al profesor lo habían matado.

Se podía suponer que una eventual fabulación no iba a ser señalada por ninguno de los peritos oficiales, de manera que en algunos de estos informes fue necesario explicar con suficiente claridad lo que podía observarse respecto de estas narraciones. En este punto creo que es importante recordar al lector los siguientes conceptos y definiciones:

El destacado Jean Piaget indica que las “Respuestas Fabuladas” son una de las posibles clases de respuestas proporcionadas por un niño en una entrevista, caracterizadas porque son aquellas respuestas que el niño, sin reflexionar, contesta inventando una historia en la que no cree; a la vez que sostiene que antes de los 6 años, el niño no distingue entre mentira, actividad lúdica y fabulación. Lentamente, después de los 8 años, la mentira adquirirá su dimensión intencional. Entre estas dos etapas, con prevalencia de la actividad lúdica, de la fabulación y de la imaginación antes de los 6 años y la mentira intencional después de los 8 años, se sitúa un período en el que lo verdadero y lo falso son percibidos, pero en el que la mentira se confunde con el error.

Por su parte, el Dr. Néstor Stingo cita en su “Diccionario de Psiquiatría y Psicología Forense” los siguientes conceptos en la definición de la fabulación: “…Dupré denominó fabulación infantil a la creación espontánea imaginativa, seguida del correspondiente relato de acontecimientos o episodios novelescos que el menor efectúa con natural aplomo ante el auditorio familiar, escolar o judicial sin finalidad utilitaria y por exclusiva vanidad. En todos los menores existe una cierta dosis de fabulación fisiológica, que en los primeros años se observa con la creación de un amigo imaginario o los relatos de la vida cotidiana que adornan con singulares y peculiares argumentos imaginativos. Este tipo de actividad mítica va despareciendo paulatinamente a medida que se instala la capacidad judicativa, que tiene lugar a los 7 u 8 años de edad. Si dicha actividad persiste en la adolescencia y la edad adulta, estamos en presencia de la mitomanía, en la cual siempre existe un fin utilitario y es permanente…”

Habíamos comenzado diciendo que la mayoría de las entrevistas había sido administrada en forma adecuada, pero no podemos dejar de señalar que no faltaron algunas en las que no nos fue posible estar de acuerdo con la metodología utilizada. En ellas se podía ver que se introducían contenidos que no habían sido mencionados por el menor y preguntas que se repetían aun cuando el niño ya había respondido. Sabemos que esto puede conducir a que un menor cambie su respuesta por suponer que no proporcionó la “correcta” o la que el adulto espera de él. Así lo señalamos en nuestros informes y formulamos las críticas necesarias acerca de la metodología aplicada por el perito oficial.

Tal vez algunos lectores se hayan preguntado acerca de las conclusiones de los peritos de parte de la querella. Respecto de ello diremos que estas designaciones fueron la excepción, ya que para la mayor parte de las presuntas víctimas no se propusieron peritos de parte.

No obstante ello, en algunos de los casos encontramos análisis y conclusiones que no pudimos dejar de considerar como altamente sesgadas. Los fuertes indicadores de una influencia de terceros en la construcción de algunos relatos, los antecedentes de interrogatorios que se prolongaron durante largas horas, sin la utilización de protocolos destinados a la investigación de víctimas de abuso y sin la asistencia de profesionales capacitados para aplicarlos, condujeron a una disidencia con las conclusiones de los otros peritos.

No podía encontrarse en ninguno de los informes que se hubieran analizado los contenidos de estas narraciones de acuerdo a los criterios de realidad del C.B.C.A., y un detallado análisis proporcionaba una conclusión diferente: el relato era inverosímil, y así lo manifestamos en nuestros informes.

Con respecto a las pericias psicológicas que se practicaron a los menores, en todos los casos coincidimos con la metodología de los peritos oficiales. Se realizaron entrevistas informativas a los padres, entrevistas a los menores, y se administraron técnicas de psicodiagnóstico adecuadas para la edad de las supuestas víctimas. Así es que los psicodiagnósticos incluyeron el Dibujo Libre, la Hora De Juego Diagnóstica, el CAT-A y, en algunos casos, también se utilizaron títeres.

Si bien no se evidenciaron indicadores de que los niños presentaran algún cuadro postraumático en ninguna de las técnicas, no faltaron algunas interpretaciones tan particulares como las que señalamos respecto de algunas Cámaras Gesell, tanto por parte del perito oficial como en las conclusiones del perito de la querella. Cinco años después, y en un extenso debate, reiteramos y ratificamos estas observaciones ante el Tribunal Oral.

En virtud de ello, no sólo debimos plantear nuestra disidencia sino también formular observaciones sobre una conclusión que consideramos carente de todo fundamento:
por un lado se indicaba que se deben considerar los criterios de evaluación de credibilidad del testimonio, pero por otro lado podía verse que en el informe que cuestionábamos estos criterios no se habían aplicado.

Señalamos también una serie de contradicciones, como así también la narración de acontecimientos que, aun siendo inverosímiles, habían sido ignorados en esta característica por los otros profesionales. Cabe destacar que algunas de estas observaciones fueron incluidas en los fundamentos de la sentencia por la cual el imputado resultó sobreseído.

Nos resta referirnos a algo que enunciamos al comienzo de este artículo cuando hicimos un breve resumen de los acontecimientos. Más de una vez se había mencionado que algunos de los menores habían vivenciado los actos abusivos como un juego. Podía advertirse que uno de los efectos que se había producido a lo largo del tiempo, de las conversaciones, de las imágenes publicadas en las redes sociales, las asambleas, los mensajes por Whatsapp, etc., era un efecto de certeza.

¿Consideraban los denunciantes que existía la posibilidad de que en realidad no hubiera sucedido nada de lo que se había denunciado?

Podía inferirse que se consideraba que aquellos actos “tenían que ser la verdad”, ya que admitir una realidad diferente parecía suponer que los niños habían mentido.

Pero lo que nosotros encontramos no fueron “mentiras”, sino contenidos que habían provenido del entorno de los menores los cuales, en algunos casos, también habían incorporado elementos del mundo de la fantasía y/o de una fabulación normal para la edad y estadio evolutivo que se encontraban atravesando.

Para finalizar debemos destacar el peligro que representan las evaluaciones inapropiadas, los interrogatorios que se prolongan más allá de lo que puede concebirse en forma racional, las acusaciones apresuradas y los prejuicios.
Hay errores que pueden y deben evitarse porque tienen consecuencias. Si bien las redes sociales son útiles también pueden enredar; y las aplicaciones como Whatsapp proporcionan la posibilidad de una comunicación instantánea, pero en los casos como el que hoy nos ocupa hay que poder detenerse y pensar; detenerse y recurrir a los profesionales que pueden hacer una evaluación objetiva que permita arribar a un verdadero saber.

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