Trataremos en este artículo algunos
aspectos relacionados con nuestra actuación pericial por la defensa de un
profesor que fue imputado en una causa por el delito de Abuso Deshonesto.
En primer lugar haremos un breve
resumen de la sucesión de los acontecimientos, cuya descripción también puede
encontrarse en las publicaciones periodísticas y en algunos videos de varios
canales de TV.
A mediados del mes de Agosto de 2014
el tradicional colegio “Medalla Milagrosa” de esta ciudad apareció conmocionado
por un supuesto hecho de abuso sexual: Los padres de los alumnos del jardín de
infantes señalaban a un profesor de educación física como el autor de
reiterados actos abusivos cometidos en perjuicio de 25 niños de entre tres y cuatro años de edad.
Antes de continuar, resulta importante
informar al lector que, luego de un sobreseimiento
que fue apelado por la fiscalía de instrucción y después de cinco años, el
imputado fue absuelto el 27 de Junio
de 2019 por el Tribunal Oral En Lo Criminal y Correccional N° 26.
La revelación de los supuestos abusos
se había originado en un diálogo entre una de las alumnas y su niñera, para
luego difundirse a los otros padres por medio de un mensaje de alerta vía
Whatsapp. Este mensaje los instaba a interrogar a los niños acerca del
profesor, quien había sido señalado como un abusador que realizaba actos
exhibicionistas y promovía el desarrollo de juegos con connotaciones sexuales
con los menores.
Los interrogatorios no se hicieron
esperar, y los resultados no hacían otra cosa más que confirmar y ampliar el
relato original. Así es que los abusos pasaron a incluir, en algún caso,
amenazas y un golpe en la cara de uno de los niños; en algún caso también se
sumaba una penetración digital anal; juegos en los que se invertían los roles
entre los niños y las niñas; manoseos diversos; otros juegos con un sorbete con
el que el niño debía tomar algo; además de que el profesor se bajaba los
pantalones, indicando también alguno de los niños que también se bajaba la ropa
interior.
Así como comenzaban a sucederse las
respectivas denuncias en la Fiscalía, también comenzaba la difusión mediática
del caso con largas entrevistas a los padres de los menores en canales de
televisión, asambleas en el establecimiento, acusaciones hacia directivos y
maestras del colegio, carteles pegados en las paredes del instituto, cortes de
avenidas, difusión de imágenes del profesor en las redes sociales y en algunos
canales de TV, daños a su vehículo, y algún familiar que también resultó
intimidado en alguna oportunidad. Así fue que el imputado debió realizar varias
denuncias en la jurisdicción de San Martín como consecuencia de ello.
El rápido avance del relato mediático
también parecía agregar otros ingredientes: Se indicaba que el presunto
abusador se encontraba prófugo, que se había rapado y afeitado la barba y que
solía ser visto en las inmediaciones de una estación de ferrocarril. Al menos
esto era lo que indicaban las investigaciones promovidas por uno de los padres,
las cuales también revelaban que el imputado ya tenía varias causas por el
mismo delito y que en realidad carecía del título de profesor requerido para el
ejercicio de su actividad.
En un canal de televisión otro padre
también señalaba que existían lesiones físicas en algunos niños, lo cual
parecía proporcionar una mayor certeza al relato de los acontecimientos. Se
indicaba también la existencia de un trauma en los niños, aclarando que sin
embargo algunos lo habían tomado como un juego, argumentación sobre la que
hablaremos más adelante.
Las denuncias realizadas contra el
profesor habían determinado una orden de captura, pero la detención no se
concretó como consecuencia de una oportuna apelación interpuesta por su abogado
defensor. No obstante ello, a los pocos días, el imputado se hizo presente en
la Fiscalía de Instrucción, sin que su cabello y barba evidenciaran ningún
cambio reciente.
Se ordenó con urgencia la declaración
en cámara gesell de los menores, que
a esta altura ya eran 25, como así también pericias
psicológicas y psiquiátricas. Para los casos en que se había denunciado
algún tipo de acceso carnal y lesiones, se dispusieron también pericias médicas que serían realizadas
por especialistas en ginecología.
Habiendo llegado a este punto, creo
importante recordar lo que tratamos en un artículo anterior sobre la evaluación de menores víctimas de abuso sexual. En aquella publicación decíamos,
esencialmente, que en muchas ocasiones las denuncias por delitos sexuales
cometidos en perjuicio de menores de edad son realizadas como consecuencia de
que el niño comunica los hechos de abuso a diversas figuras significativas de
su entorno y no sólo a alguno de sus padres.
Así es que muchas veces comienzan de
esta manera los múltiples interrogatorios que practican sus familiares,
maestros, profesionales de los gabinetes psicopedagógicos escolares y, también
en algunos casos, se realizan evaluaciones psicológicas por el profesional que
pudiera estar a cargo del tratamiento psicoterapéutico del niño.
Con respecto a todas estas
posibilidades, debe tenerse presente y en cuenta que los repetidos e
inadecuados interrogatorios y evaluaciones son susceptibles de producir distorsiones
de importancia que serán capaces de afectar notablemente la validez de la
declaración del menor en el momento de relatar los acontecimientos a los
peritos designados para su actuación en Cámara Gesell.
Las evaluaciones previas a las que se
realizarán en sede judicial deben ser realizadas evitando repeticiones
innecesarias, inducciones, preguntas sugestivas, promoviendo el relato libre
del menor, siendo por lo tanto una tarea que requiere mucho más que una
voluntad de saber por parte de las figuras del entorno de la supuesta víctima.
La validez de una declaración se
relaciona con la inmediatez con que se toman los testimonios y se realizan las
evaluaciones periciales, ya que los interrogatorios reiterados, las
evaluaciones inadecuadas y hasta el pensamiento constante sobre los
acontecimientos resulta en la disminución de las diferencias entre lo imaginado
y lo efectivamente percibido y vivenciado. De más está decir que las
evaluaciones inapropiadas también suelen conducir a conclusiones erróneas.
Así es que toda entrevista de
evaluación preliminar no debe ser realizada por los padres del menor, ni por el
terapeuta del niño, ni por los profesionales que integran el equipo
psicopedagógico escolar. La entrevista que debe administrarse no tiene las
características de una entrevista con fines psicoterapéuticos sino que debe
realizarse conforme a un protocolo estructurado, como el Protocolo del NICHD, el cual fue elaborado específicamente para
obtener el relato, libre de sesgos, de los menores víctimas de delitos
sexuales.
De acuerdo a la Psicología Del
Testimonio, las descripciones de eventos que han sucedido realmente difieren en
contenido, calidad y expresión de aquellas otras que son producto de la
imaginación, de la invención, de la sugestión, o de la inducción realizada por
terceros.
Antes de pasar a tratar lo esencial de
las entrevistas de declaración en Cámara Gesell y las Pericias Psicológicas
realizadas, adelantamos a los lectores que las pericias médicas no
proporcionaron ningún signo o indicio de lesiones que fueran compatibles con
las que se habían denunciado.
Llegados a esta parte del artículo resulta
importante señalar que, al tratarse de una causa en la que las supuestas
víctimas eran menores de edad, se imponen algunas limitaciones respecto de lo
que puede publicarse. Por este motivo, evitaremos revelar cualquier información
por medio de la cual sea posible identificar a cualquiera de ellos.
Para referirnos específicamente a las
declaraciones de los menores en Cámara
Gesell comenzaremos diciendo que la mayoría de las entrevistas fue
administrada en forma adecuada, motivo por el cual adherimos a la metodología
instrumentada por los peritos oficiales.
Muchas de las declaraciones no
confirmaron los hechos que se habían denunciado, y por lo tanto también
suscribimos en coincidencia muchos de los informes presentados por los peritos
oficiales designados. Nuestros informes ampliatorios tuvieron, en estos casos,
la finalidad de proporcionar la mayor consistencia a las conclusiones vertidas
en los dictámenes.
En otras declaraciones, tal como era
esperable, nos encontramos con relatos diferentes, ya que los mismos comenzaban
confirmando los actos exhibicionistas y abusivos que se habían denunciado, pero
luego, ante preguntas tan simples, genéricas y neutras como “¿vos lo viste?,
¿vos lo escuchaste?, y similares, la respuesta de algunos niños era “no, me lo dijo mi mamá” o “me lo contaron mi mamá y mi papá”.
De esta manera resultaba evidente la
existencia de una influencia de terceros
en los relatos que proporcionaban algunos de los menores. Estas narraciones se
mostraban como una consecuencia de evaluaciones e interrogatorios tan
prolongados y repetidos como inadecuados. En algún caso también aparecían
palabras que implicaban el uso de metáforas
y simbolismos que excedían las capacidades propias del estadio evolutivo en
el que se encontraban estos niños. Así es que, al ser interrogados por el
significado de estos términos, las respuestas daban cuenta de una incomprensión
que era normal para la edad. En estos casos nuestra tarea fue la de incluir en
los informes un completo análisis del relato por medio del S.V.A.-C.B.C.A., destacando que la narración no cumplía con ninguno
de los criterios de realidad de la técnica.
Algunos otros niños proporcionaron una
declaración que incluía contenidos
completamente inverosímiles y contrarios a toda lógica. Algunos relatos se
encontraban impregnados de contenidos provenientes de la fantasía, y en otros
nos confrontábamos con la posibilidad de fabulación:
al profesor lo habían matado.
Se podía suponer que una eventual fabulación no iba a ser
señalada por ninguno de los peritos oficiales, de manera que en algunos de
estos informes fue necesario explicar con suficiente claridad lo que podía
observarse respecto de estas narraciones. En este punto creo que es importante
recordar al lector los siguientes conceptos y definiciones:
El destacado Jean Piaget indica que las “Respuestas
Fabuladas” son una de las posibles clases de respuestas proporcionadas por
un niño en una entrevista, caracterizadas porque son aquellas respuestas que el
niño, sin reflexionar, contesta inventando una historia en la que no cree; a la
vez que sostiene que antes de los 6 años,
el niño no distingue entre mentira, actividad lúdica y fabulación. Lentamente,
después de los 8 años, la mentira adquirirá su dimensión intencional. Entre
estas dos etapas, con prevalencia de la actividad lúdica, de la fabulación y de
la imaginación antes de los 6 años y la mentira intencional después de los 8
años, se sitúa un período en el que lo verdadero y lo falso son percibidos,
pero en el que la mentira se confunde con el error.
Por su parte, el Dr. Néstor Stingo cita en su “Diccionario de Psiquiatría y Psicología
Forense” los siguientes conceptos en la definición de la fabulación: “…Dupré denominó fabulación infantil a la
creación espontánea imaginativa, seguida del correspondiente relato de
acontecimientos o episodios novelescos que el menor efectúa con natural aplomo
ante el auditorio familiar, escolar o judicial sin finalidad utilitaria y por
exclusiva vanidad. En todos los menores existe una cierta dosis de fabulación
fisiológica, que en los primeros años se observa con la creación de un amigo
imaginario o los relatos de la vida cotidiana que adornan con singulares y
peculiares argumentos imaginativos. Este tipo de actividad mítica va
despareciendo paulatinamente a medida que se instala la capacidad judicativa,
que tiene lugar a los 7 u 8 años de edad. Si dicha actividad persiste en la
adolescencia y la edad adulta, estamos en presencia de la mitomanía, en la cual
siempre existe un fin utilitario y es permanente…”
Habíamos comenzado diciendo que la
mayoría de las entrevistas había sido administrada en forma adecuada, pero no
podemos dejar de señalar que no faltaron algunas en las que no nos fue posible
estar de acuerdo con la metodología utilizada. En ellas se podía ver que se
introducían contenidos que no habían sido mencionados por el menor y preguntas que se repetían aun cuando el
niño ya había respondido. Sabemos que esto puede conducir a que un menor
cambie su respuesta por suponer que no proporcionó la “correcta” o la que el
adulto espera de él. Así lo señalamos en nuestros informes y formulamos las
críticas necesarias acerca de la metodología aplicada por el perito oficial.
Tal vez algunos lectores se hayan
preguntado acerca de las conclusiones de los peritos de parte de la querella. Respecto de ello diremos que estas
designaciones fueron la excepción, ya que para la mayor parte de las presuntas
víctimas no se propusieron peritos de parte.
No obstante ello, en algunos de los
casos encontramos análisis y conclusiones que no pudimos dejar de considerar
como altamente sesgadas. Los fuertes
indicadores de una influencia de terceros en la construcción de algunos
relatos, los antecedentes de interrogatorios
que se prolongaron durante largas horas, sin la utilización de protocolos
destinados a la investigación de víctimas de abuso y sin la asistencia de
profesionales capacitados para aplicarlos, condujeron a una disidencia con las
conclusiones de los otros peritos.
No podía encontrarse en ninguno de los
informes que se hubieran analizado los contenidos de estas narraciones de
acuerdo a los criterios de realidad del C.B.C.A.,
y un detallado análisis proporcionaba una conclusión diferente: el relato era inverosímil, y así lo
manifestamos en nuestros informes.
Con respecto a las pericias psicológicas que se
practicaron a los menores, en todos los casos coincidimos con la metodología de
los peritos oficiales. Se realizaron entrevistas informativas a los padres,
entrevistas a los menores, y se administraron técnicas de psicodiagnóstico
adecuadas para la edad de las supuestas víctimas. Así es que los
psicodiagnósticos incluyeron el Dibujo Libre, la Hora De Juego Diagnóstica, el
CAT-A y, en algunos casos, también se utilizaron títeres.
Si bien no se evidenciaron indicadores
de que los niños presentaran algún cuadro postraumático en ninguna de las técnicas,
no faltaron algunas interpretaciones tan
particulares como las que señalamos respecto de algunas Cámaras Gesell, tanto
por parte del perito oficial como en las conclusiones del perito de la querella.
Cinco años después, y en un extenso debate, reiteramos y ratificamos estas
observaciones ante el Tribunal Oral.
En virtud de ello, no sólo debimos
plantear nuestra disidencia sino
también formular observaciones sobre una conclusión que consideramos carente de
todo fundamento:
por un lado se indicaba que se deben
considerar los criterios de evaluación de credibilidad
del testimonio, pero por otro lado podía verse que en el informe que
cuestionábamos estos criterios no se habían aplicado.
Señalamos también una serie de
contradicciones, como así también la narración de acontecimientos que, aun
siendo inverosímiles, habían sido ignorados en esta característica por los
otros profesionales. Cabe destacar que algunas
de estas observaciones fueron incluidas en los fundamentos de la sentencia
por la cual el imputado resultó sobreseído.
Nos resta referirnos a algo que
enunciamos al comienzo de este artículo cuando hicimos un breve resumen de los
acontecimientos. Más de una vez se había mencionado que algunos de los menores
habían vivenciado los actos abusivos como un juego. Podía advertirse que uno de
los efectos que se había producido a lo largo del tiempo, de las
conversaciones, de las imágenes publicadas en las redes sociales, las
asambleas, los mensajes por Whatsapp, etc., era un efecto de certeza.
¿Consideraban los denunciantes que
existía la posibilidad de que en realidad no hubiera sucedido nada de lo que se
había denunciado?
Podía inferirse que se consideraba que
aquellos actos “tenían que ser la
verdad”, ya que admitir una realidad diferente parecía suponer que los
niños habían mentido.
Pero lo que nosotros encontramos no
fueron “mentiras”, sino contenidos
que habían provenido del entorno de los menores los cuales, en algunos casos,
también habían incorporado elementos del mundo de la fantasía y/o de una
fabulación normal para la edad y estadio evolutivo que se encontraban
atravesando.
Para finalizar debemos destacar el
peligro que representan las evaluaciones inapropiadas, los interrogatorios que
se prolongan más allá de lo que puede concebirse en forma racional, las
acusaciones apresuradas y los prejuicios.
Hay errores que pueden y deben
evitarse porque tienen consecuencias. Si bien las redes sociales son útiles
también pueden enredar; y las aplicaciones como Whatsapp proporcionan la
posibilidad de una comunicación instantánea, pero en los casos como el que hoy
nos ocupa hay que poder detenerse y pensar; detenerse y recurrir a los
profesionales que pueden hacer una evaluación objetiva que permita arribar a un
verdadero saber.