En
los casos de accidentes de tránsito puede verse con gran frecuencia que
sobreviene a las víctimas todo un conjunto de alteraciones que dan cuenta de un
traumatismo psíquico por el que el sujeto se ha confrontado con la posibilidad
de su propia muerte o la de un semejante significativo para su vida.
Este
conjunto de alteraciones incluye los fenómenos de reexperimentación, evitación
y aumento de la activación, los cuales directa o indirectamente implican la
repetición o el temor a la repetición del evento original con sus secuelas o
con un desenlace fatal. La teoría y la clínica psicoanalíticas ponen en
evidencia esta repetición y la fijación de la víctima al trauma: ha sobrevenido
a la víctima una Neurosis Traumática, patología denominada como Trastorno Por
Estrés Postraumático en las clasificaciones gnosográficas más actuales.
Resulta
importante destacar que si bien este conjunto de manifestaciones de ansiedad,
reacciones psicosomáticas y el intento del procesamiento del acontecimiento
puede tener lugar tanto durante los sueños como durante la vigilia, el intento
de elaboración psíquica también puede producirse, no ya por la vía simbólica,
sino también “en acto”, y esto implica hablar de un incremento de la proclividad accidentógena de la víctima.
Este fenómeno es capaz de conducir al sujeto hacia un nuevo accidente en lo
real como intento fallido de tramitación del traumatismo original. Nos
ocuparemos de esta posibilidad más adelante.
En
diversos textos se define al trauma como una cantidad de excitación que excede
la capacidad del sujeto para controlarla y derivarla psíquicamente y, respecto
de las neurosis traumáticas, Freud señala que ante un suceso se produce una
afluencia tal de excitación que el aparato psíquico no puede tramitar las
excitaciones según el principio de constancia. Por este motivo, este aflujo de
excitación obliga al aparato anímico a realizar una tarea que está más allá de
este principio y que consiste en ligar la excitación de forma que sea posible
la descarga. La repetición en los sueños en que el sujeto revive la situación
traumática es atribuida a la compulsión de repetición.
También
en este sentido, Henri Ey señala en su Tratado de Psiquiatría que los
trastornos del sueño manifiestan a la vez el exceso de tensión que impide
conciliar el sueño y la necesidad de expresión que da lugar a las pesadillas,
las cuales consisten en la repetición de la escena traumática.
En
el texto “Más Allá Del Principio De Placer” de 1920 Freud se aboca al estudio
de los sueños traumáticos y se pregunta acerca del motivo por el que, si el
sueño es una tramitación de deseo, conduzca al sujeto una y otra vez a la
situación penosa. Los sueños traumáticos se caracterizan por surgir en personas
que se han visto determinadas por una situación traumática como un accidente y
en donde lo que se produce en el sueño es la repetición de ese suceso
traumático. Dice textualmente: “la vida onírica de las neurosis traumáticas
muestra el carácter de reconducir al enfermo una y otra vez a la situación de
su accidente, de la cual despierta con renovado terror. El enfermo está, por
así decir, fijado psíquicamente al trauma.”
De
esta manera Freud dice que el sueño traumático es el que contradice la teoría
acerca del sueño como realización de deseos, no sucediendo lo mismo con los
sueños de angustia (pesadillas) en tanto aun cuando en estos la función del
sueño está a punto de fracasar, el sujeto se despierta y esto opera como
defensa ante la emergencia de lo traumático. De la misma manera, los sueños
punitorios tampoco representan un obstáculo a la teoría, ya que en estos se
sustituye la realización de deseos prohibida por el correspondiente castigo.
Estas
diferencias marcan también importantes diferencias en la clínica en cuanto a la
manera de trabajar con los sueños de angustia, equiparables a las pesadillas y
los sueños traumáticos equivalentes a los pavores nocturnos de los niños.
Cuando
se produce una emergencia de un sueño de angustia el sujeto asocia en análisis
y por lo tanto se lo puede trabajar como cualquier otro sueño. La presencia de
angustia insta al trabajo en análisis y puede verse que muchas veces el
paciente está esperando el momento de la sesión para contarlo y elaborar esto
que se presenta en su sueño. En el caso del sueño traumático no hay
asociaciones, siempre aparece lo mismo: el sujeto lo refiere al accidente o a
la misma situación soñada. Estos sueños son repetitivos y la posibilidad de
trabajo es hacer hablar al sujeto sobre el accidente o la situación traumática
vivida relatándolo con la mayor cantidad posible de detalles, que diga todo lo
que le pasó, lo que pensó, cómo lo vivió, qué pasó con quienes estaban con él,
y para lograr esto el analista deberá ir preguntando con la finalidad de hacer
hablar al paciente. Este trabajo es, en definitiva, el de lograr la derivación
de esa investidura a través de la palabra, un trabajo elaborativo similar al
que se realiza en el caso de un duelo.
Pero
en la primera parte de este trabajo mencionamos otra clase de repetición
posible, una repetición en acto que
involucra la motricidad, la acción, la escenificación del trauma en la vigilia
y en la realidad de una víctima. Un traumatismo psíquico que no ha encontrado
una vía de expresión y derivación por medio de la vía simbólica puede generar
toda la gama de fenómenos de repetición posibles como intento de tramitación,
entre los cuales no debe dejar de considerarse la posibilidad de nuevos
accidentes, ya sean éstos mitigados de alguna forma o no, que conduzcan al sujeto
a una nueva situación traumática, a un nuevo riesgo para su vida, y a un
probable aumento de la gravedad del cuadro clínico postraumático existente.
Aquello
que no puede tramitarse y derivarse por la vía de la palabra es susceptible de
repetirse en acto. Freud utiliza el término “agieren”
para estas repeticiones que involucran el cuerpo y la esfera motora, y Otto
Fenichel plantea estas formas particulares de repetición en su texto sobre las
neurosis.
La
posibilidad de remisión de un trastorno postraumático siempre estará ligada a
las posibilidades de simbolización, y por este motivo siempre es de importancia
la asistencia psicoterapéutica a las víctimas de la forma más inmediata
posible, lo cual es más que poco frecuente, ya que por lo general estos pacientes
inician un tratamiento con un trastorno crónico y una sintomatología
consolidada.
Cuando
desde las partes demandadas y las aseguradoras se cuestiona a los peritos que
indican tratamientos psicoterapéuticos prolongados, señalando que deben
sugerirse tratamientos breves, lo que se hace en realidad no es otra cosa que
limitar la palabra, el trabajo elaborativo y una adecuada derivación del
trauma. En definitiva, lo que se termina por promover es el silencio, el acto y,
por lo tanto, el renovado peligro.
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Bibliografía:
Freud,
Sigmund, La Interpretación De Los Sueños, Obras Completas, Amorrortu Editores,
Buenos Aires, 1990.
Freud,
Sigmund, Más Allá Del Principio De Placer, Obras Completas, Amorrortu Editores,
Buenos Aires, 1990.
Fenichel,
Otto, Teoría Psicoanalítica De Las Neurosis, Paidós, Buenos Aires, 1990.
Rebagliati,
Anahí, Depto. Psicología Clínica Universidad Kennedy, Buenos Aires, 1993.
Imbriano,
Amelia, Depto. Psicoanálisis Universidad Kennedy, 1992.