Lo primero que resulta
importante señalar es que estos conceptos no pueden homologarse porque no todo
perverso es un psicópata ni presenta un trastorno antisocial, y tampoco todo
psicópata es un perverso ni un antisocial.
De la misma manera,
también surgen diferencias en el punto de que algunos autores indican que la
psicopatía es una enfermedad mental crónica y otros señalan que es un trastorno
de la personalidad que no implica de por sí una patología mental; al tiempo que
algunos especialistas en Derecho sostienen que un psicópata es siempre
imputable mientras que otros afirman que existen casos en los que un psicópata
puede resultar inimputable.
Si bien es cierto que
la gnosología psiquiátrica clásica distingue neurosis, psicosis y psicopatías y
el psicoanálisis discrimina neurosis, psicosis y perversiones esto no significa
que pueda establecerse una equivalencia entre estos conceptos tal como suele
hacerse como consecuencia de lecturas tan lineales como limitadas.
No puede establecerse
una equivalencia, y esto es así porque es preciso tener en cuenta que si bien
el psicoanálisis tiene en cuenta una fenomenología, esencialmente se interesa
por un diagnóstico de estructura que no se encuentra determinado por signos,
síntomas y patrones de conducta como sucede en una evaluación clínica y
psicopatológica.
Un comportamiento
psicopático podrá ser expresión de una estructura neurótica, psicótica o
perversa y esto va a depender del modo de estructuración del psiquismo del
sujeto en cuestión, lo cual va a revelarse en los mecanismos de represión,
forclusión o renegación como determinantes de la estructura y, específicamente
en la perversión, la certeza de goce que exista en relación al objeto.
Freud dijo que el
perverso actúa lo que el neurótico reprime porque el Yo del perverso no se
opone a la modalidad anormal de satisfacción, y Jacques- Alain Miller señaló
que así como en la época freudiana el ideal de la sociedad era el de la
neurosis obsesiva, actualmente es el de la perversión; para decirlo en otras
palabras el neurótico siempre ha soñado con ser perverso y hoy basta con ver
cómo el mundo neurótico admira, valora y premia la manipulación sobre el otro y
la falta de reconocimiento de ese otro como un semejante en la vida cotidiana y
en el mundo de los reality shows.
La psicopatía se
aproxima a la perversión justamente en el punto de que, al no respetar la
subjetividad del otro, el efecto que produce es el de hacer emerger la angustia
del lado de la víctima, y puede verse que del lado del psicópata hay todo un
trabajo para colocar al partenaire neurótico en la experiencia de la angustia.
Así, pesar de algunas excepciones, puede decirse que la perversión incluye la
categoría psiquiátrica de psicopatía.
Descriptivamente, dos
características relevantes en la psicopatía son la ausencia de angustia y culpa
genuinas. La culpa que a veces puede parecer advertirse en realidad tiene más
que ver con la decepción y no con la culpa del neurótico quien duda en si debe
atribuirla al Otro o al Yo; o la certeza psicótica de la propia culpa en la
melancolía o del Otro en la paranoia. Pero aun así, en el psicópata no
necesariamente tiene que existir un comportamiento antisocial y criminal ya que
la ausencia de angustia, temor, la tendencia a la acción y la falta de empatía
y de sentimientos de culpabilidad pueden resultar funcionales a la sociedad y
convertir a ese sujeto en un héroe o en integrante de una fuerza de elite o en
líder de una importante corporación.
Asimismo, entre las
perversiones, algunas resultan inofensivas para la sociedad y por lo tanto en
nada se parecen a un trastorno antisocial. Tal es el caso del fetichismo, tan
representativo de la estructura debido a que puede verse con la mayor claridad
el mecanismo de renegación y el mecanismo de constitución del objeto fetiche y
la función que cumple.
Otras resultan
éticamente cuestionables y en este sentido el psicoanálisis sostiene que la
decisión de un analista va a ser la de no dar análisis a un canalla, término
con el que Lacan refiere a aquel que cree que sabe lo que es el bien para el
otro, el perverso que se ubica en ese lugar de ser el que sabe del goce y, como
sabe más que el neurótico, le va a enseñar a gozar.
Perversión, Psicopatía,
Trastorno Antisocial de la Personalidad, conceptos que no pueden homologarse
pero entre los que muchas veces podemos encontrar, o no, una imbricación que,
seguramente, es enriquecedora.
Bibliografía:
UAJFK: Psicopatología I
y II, Psicología Clínica I y II, Psicología Profunda I y II.
Esta obra cuyo autor es Lic. Germán G.De Stéfano está bajo una licencia deReconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional de CreativeCommons.
Puede hallar permisos más allá de los concedidos con esta licencia en https://www.safecreative.org/user/1207070641723