En
primer lugar resulta importante sugerir que los lectores escuchen las opiniones
del destacado Dr. Osvaldo Raffo publicada en la entrada anterior ya que gran
parte de esta nota se encuentra basada en sus consideraciones, las cuales
difieren de las conclusiones del perito oficial que elaboró el informe de
autopsia del cuerpo de la víctima.
No
obstante ello, puede hacerse un breve resumen de lo expresado en dicha
entrevista mencionando que el Dr. Raffo ha señalado que se habría tratado de un
atentado sexual contra la menor Ángeles Rawson, destacando los golpes en el
cráneo, rostro, lesiones en la boca y en el cuello y en el interior de los
muslos; indicando que la joven no habría muerto como consecuencia de la
compactación sino por haber sido sofocada a mano y que el autor del hecho
habría conservado su cuerpo en el edificio hasta el momento de deshacerse del
mismo.
Asimismo
señala que el crimen no habría sido un acto en “cortocircuito” sino que el
agresor la habría estado esperando; que la mecánica habría sido la de
derribarla y dominarla por medio de los golpes; que luego la habría tomado por
el cuello y que, ante el pedido de socorro de la víctima, habría comenzado la
sofocación tapándole la boca produciéndose la muerte luego de entre tres y
cinco minutos.
El
prestigioso profesional también indica que el autor del hecho fue exacto y
organizado, que habría utilizado el engaño para conducir a la víctima hasta el
lugar del crimen, y que la bolsa que se encontró en la cabeza con una doble
ligadura hecha con hilo sisal fue colocada para asegurarse de que la joven
estuviera muerta, ya que en las fotos puede verse que el hilo no dejó ninguna
impronta en el cuello. De esta manera, cuando llegó a la compactadora de residuos,
la adolescente ya se encontraba muerta y también menciona que podría haber
habido una segunda persona como un agente pasivo y que luego participara en la
tarea de embolsar el cuerpo y limpiar el lugar.
Con
respecto a las pericias psicológicas señala que debido a que el imputado se ha
negado a declarar y a que se le practiquen los estudios psiquiátricos y
psicológicos, lo que puede analizarse es el comportamiento del sujeto antes,
durante y después del hecho. En este sentido, sostiene que se trataría de una
personalidad anormal para la que el acto sexual no requiere de la penetración,
sino que la gratificación es obtenida por medio del sometimiento y sufrimiento
de la víctima, y que el homicida habría matado a la joven con sus manos,
gratificándose al mirarla a la cara y viéndola morir.
En
el caso de que la hipótesis del Dr. Raffo fuera la correcta, resulta evidente
que estaríamos hablando de un sujeto con una perversión en la que el goce es
alcanzado por la vía de producir el sometimiento y padecimiento en el otro y
sin que el acceso sexual le sea imprescindible.
En
tal caso, también resulta probable que haya logrado llevar a la joven al lugar
del crimen por medio del engaño, un lugar que proporcionara al homicida cierta
garantía de privacidad, y también sería probable que desde bastante tiempo
atrás viniera pensando y fantaseando con ella y con la oportunidad para llevar
estas fantasías a la acción real.
Las
diferentes consideraciones acerca del crimen hacen más que difícil llegar a una
conclusión respecto de la estructura psíquica del autor del hecho, porque no
tiene la misma significación psicológica que la sucesión de los acontecimientos
se haya producido tal como lo plantea el Dr. Raffo, a que el homicida haya fallado
en el acto de matar, aun con diferentes medios, produciéndose la muerte varias
horas después y como consecuencia de la compactación en un camión recolector de
residuos. Tampoco es indiferente que se haya librado del cuerpo por esa vía por
considerar al cadáver como un objeto de deshecho cuyo destino final ya era
parte de una fantasía perversa, a que haya sido asesorado por un tercero para
desprenderse del mismo de una manera eficiente. Tampoco es lo mismo que la
bolsa haya sido colocada en la cabeza de la víctima con la finalidad de evitar
verla ya muerta y así mitigar cualquier posible sentimiento de remordimiento o
de culpa, a que la misma haya sido utilizada para asegurar su muerte o para
torturarla durante los últimos momentos. Y tampoco es lo mismo que los
acontecimientos hayan sido el resultado de una planificación y del montaje de
toda una escena diseñada para gozar del padecimiento de otro, a que sea el
resultado de algo que se salió de control como consecuencia de que la
frustración originada en la negativa y resistencia de la víctima no pudo ser
tolerada por el homicida.
En una parte anterior de esta nota se consideraron algunos contrastes que resultaban
difíciles de explicar, porque las conclusiones de la autopsia parecían indicar
que había faltado la certeza en el acto de matar mientras que todo el
procedimiento utilizado para deshacerse del cuerpo parecía mostrar frialdad,
astucia y una conducta metódica.
La
lectura del Dr. Raffo podría eliminar estos contrastes haciendo aparecer la
certeza también en el momento de acabar con la vida de la joven. Las
conclusiones de la junta médica podrán ser determinantes para arribar a una
mejor comprensión respecto del hecho y de su autor.
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