De
la misma forma que en la nota anterior resulta importante destacar que todo lo
expuesto en el contenido de esta publicación se encuentra basado en la
información y en los trascendidos periodísticos de los últimos días y que, por
lo tanto, todo nuevo dato proveniente de las actuaciones o de los medios puede
determinar una modificación sustancial del análisis del caso.
Así
es que se llegó a conocer el resultado de las pruebas de ADN, las cuales
indicaron la presencia de material genético del encargado del edificio en una
de las uñas de la mano derecha de la víctima. Se mencionó también la existencia
de lesiones paragenitales, indicadores de asfixia y estrangulamiento, tanto en
forma manual como por medio de un lazo.
Algunas
de las lesiones que se evidencian en el presunto agresor fueron descriptas por
los médicos como heridas defensivas por parte de la víctima y otras de ellas
fueron consideradas como autoinflingidas.
Aquellos
lectores que no hayan seguido la información sobre el caso podrán encontrar lo
más relevante sobre estos hallazgos en el link.
Si
bien se desconoce todavía el móvil del homicidio, tal como se indicó en la
publicación anterior, la motivación sexual y un intento de abuso o violación es
una de las posibilidades que se consideran en la investigación.
También
como se señaló en aquella publicación, cabe reiterar que no considero como una
primera hipótesis la de pensar al encargado del edificio como un violador
serial al acecho y preparado para cazar a la víctima de 16 años en el hall del
edificio, para luego llevarla a un sótano u otro lugar que pudiera proporcionarle
la privacidad necesaria para cometer un salvaje intento de violación,
golpearla, asfixiarla, estrangularla de diferentes maneras, para luego
deshacerse del cuerpo en un container de residuos.
Ello
equivaldría a considerar un sujeto con una perversión en la que los aspectos
sádicos se encontrarían en primer plano, ya que la maniobra implementada para
asfixiarla y los diferentes y sucesivos medios utilizados para estrangular a la
joven no habrían logrado, en ningún caso, llegar a la finalidad de producir su
muerte sino que se habría limitado a producir su sufrimiento.
En
tal caso estaríamos hablando de un violador sádico que habría buscado el
cumplimiento de un ritual para procurarse una oscura satisfacción por medio del
sometimiento y el padecimiento producido en otro, ya que las lesiones
descriptas exceden las que pueden considerarse como un medio de intimidación que
busca lograr el control de la víctima y eliminar su resistencia.
Pero
en este ritual nada hubiera sido accidental, probablemente ni siquiera el
lugar, ni el día o la hora del hecho hubiera sido casual. Los detalles habrían
sido previstos, las cuerdas, los nudos, las palabras y, posiblemente, hasta la
ropa. Todo hubiera sido parte de una fantasía inicial o, tal vez, de un
perfeccionamiento progresivo en busca de un máximo de satisfacción.
Nada
es imposible, pero no creo que sea lo más probable que el autor del hecho
presente tales características.
Conforme
contemos con nueva información sobre el caso será posible, tal vez, considerar otras
posibilidades respecto de la personalidad del agresor, posibilidades que van
más allá de la rápida y simple conclusión de que se trata de un psicópata capaz
de accionar con la frialdad necesaria para cometer un crimen atroz, deshacerse
del cuerpo como un deshecho y tratar de encubrir las lesiones recibidas como
consecuencia de la defensa de su víctima.
Muchas
preguntas aún no tienen respuesta, y los detalles que faltan pueden ser
determinantes a la hora de establecer un perfil de personalidad del homicida.
Seguiremos esperando.
Esta obra cuyo autor es Lic. Germán G.De Stéfano está bajo una licencia deReconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional de CreativeCommons.
Puede hallar permisos más allá de los concedidos con esta licencia en http://www.safecreative.org/user/1207070641723
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